Anarquistas y hackers, 2000
Anarquistas y hackers, 2000 44 impresiones sobre papelA pesar de que actualmente muchas de las tecnologías en las que se basan los productos informáticos que la industria nos vende son inventos de la cultura hacker de las décadas de 1960 y 1970, se ha estigmatizado una y otra vez a los hackers, se les ha tratado como delincuentes e incluso se les ha llegado a encarcelar. Sin embargo, en la jerga hacker, el término “hackear” no tiene una connotación peyorativa sino que alude a una manera de abordar de forma creativa diferentes problemas y productos culturales. Por otro lado, “crackear” significa utilizar un hackeo en beneficio personal o de terceros y es una práctica condenada por el conjunto de normas éticas de la propia cultura hacker. El material que compone la instalación Anarquistas y hackers deja constancia de este acercamiento creativo original, de su contexto histórico y de su importancia política. Se exponen en la instalación 22 “recetas” del célebre The Anarchist Cookbook [El libro de la cocina anarquista, 1971] ―escrito por William Powell a los 19 años―, junto con 22 fichas en las que se describen virus informáticos igualmente célebres e instrucciones para examinar dispositivos y redes digitales. The Anarchist Cookbook, una “biblia” de la contracultura en Estados Unidos y de las protestas contra la Guerra de Vietnam, es un manual que contiene recetas para la autoproducción casera de material “rebelde” (explosivos, drogas y dinero falsificado) así como trucos para pinchar el teléfono o montar una radio libre. Con los virus informáticos y las correspondientes instrucciones se demuestra cómo la cultura hacker desarrolló el espíritu del hazlo-tú-mismo del The Anarchist Cookbook en el contexto de la sociedad digital contemporánea: desde hackear la página web de Geocities y Windows 95 a cómo crearse un correo electrónico falso o cómo interceptar una conversación de teléfono móvil. La ambigüedad política del material descrito en las fichas plantea cuestiones de seguridad y vulnerabilidad: por un lado hace que el público sea consciente de que el control existe y de que es posible ejercerlo en la sociedad digital; por otro, demuestra que el hacking puede desafiar las estructuras de poder que hay detrás de ese control. De hecho, se subraya el hacking como una forma de creatividad cargada de implicaciones políticas que, con conocimientos tecnológicos avanzados e inventivos, se opone a estas estructuras de poder en favor de un empoderamiento común.
Anarquistas y hackers se expuso por primera vez en una época en que la extensión de dos célebres virus informáticos (“i love you” y “Melissa”) causaba miedo, si no pánico, entre la población. Los virus eran obra de unos pocos individuos tan ingenuos como maliciosos, pero alimentaron la confusión ya existente sobre toda la comunidad hacker, percibida como una cultura clandestina que debía ser combatida e ilegalizada. Anarquistas y hackers trata de enmendar esta idea equivocada y de mostrar las fuerzas creativas del hacking como una práctica cultural progresista y necesaria.