Estamos vigilando / We are watching, 1992
El espacio urbano es un sistema y, al igual que la mayoría de sistemas de la sociedad contemporánea, está programado de acuerdo a protocolos políticos de orden y racionalización. Además, el espacio urbano está programado conforme a protocolos comerciales que transforman a los ciudadanos en consumidores. Pero, al igual que cualquier sistema, el espacio urbano también puede ser hackeado y reprogramado de acuerdo con otra lógica, la lógica rebelde de las prácticas críticas y creativas. A varios niveles, incluso. La intervención del Grupo Baja Mar en la playa de San Sebastián es un ejemplo de este tipo de prácticas. Al escribir sobre la arena eslóganes de gran tamaño, la intervención redescubre en términos subversivos la actividad publicitaria, prohibida en la playa. Sin embargo, en este caso no se trata de vender productos sino de fomentar que el público reflexione sobre los protocolos mismos que controlan el espacio urbano. Un eslogan en concreto capta el concepto de la intervención: “ESTAMOS VIGILANDO”. El eslogan imita el mensaje omnipresente que el Gran Hermano transmitía al público en la novela de George Orwell 1984 (1948), sólo que, en este caso, es el público el que está vigilando el sistema. El eslogan, de por sí, refleja un público vigilante que, siguiendo la tradición de la desobediencia civil, desafía al sistema en lugar de aceptarlo pasivamente. El eslogan no sólo se escribió en la arena de la playa, sino que se difundió por el espacio urbano con pegatinas colocadas en farolas, puertas, señales de tráfico, ventanas, etc. La idea de esta táctica estaba clara: Hay vigilantes en todas partes. Algunos años después, TTTP produjo una serie de productos con un eslogan relacionado, “Vigila a los vigilantes”. La marea alta ya se había llevado los eslóganes de la playa y la importancia de mantenerse vigilante había aumentado radicalmente. En una época en la que no sólo vigilan nuestras actividades en el espacio urbano (tanto en la vida real como en la red), sino que nos las roban y las venden, existen aún más motivos para desconfiar del sistema de vigilantes y estar atentos a cada uno de sus movimientos. Ésta es la esperanza de TTTP, que a la larga vigilar a los vigilantes contribuya a empoderar a la sociedad para cambiar el funcionamiento del sistema y lo haga más abierto.