Technologies To The People, video promocional, 1997
De acuerdo con la lógica básica de la publicidad, lo que determina el éxito en el mercado no es tanto el producto que se vende como la manera en la que se vende. Esto significa que la idea de competencia está relacionada, en último término, tanto con el discurso como con la calidad del propio producto. TTTP se ha comprometido con esta idea desde el primer día a través del uso táctico de palabras e imágenes en el material promocional de cada uno de sus proyectos y de la empresa en general. En este vídeo, que forma parte de toda una serie de vídeos producidos por la compañía, varios expertos internacionales de la economía tecnológica, acompañados de enfáticas imágenes, elogian los valores y la ética de TTTP. La estética utilizada estaba de moda en aquel momento, en el que las tecnologías de la información estaban consideradas como un nuevo paso evolutivo en el proceso de creación y civilización. TTTP conectaba también con este relato. Los expertos que aparecían en el vídeo no eran en realidad personas contratadas y pagadas por TTTP, sino por sus rivales comerciales (empresas globales como Dell, Microsoft, etc.). El vídeo promocional hilvana secuencias sacadas de vídeos corporativos de estas entidades y se apropia de los conceptos abstractos que éstas utilizan para ofrecer descripciones extremadamente positivas del papel que desempeñan en el mundo de las tecnologías avanzadas, poniendo tales conceptos al servicio de otros fines. En lugar de promocionar una visión del mundo centrada en los negocios, TTTP utiliza en su vídeo estos conceptos abstractos para expresar una forma de ver la vida centrada en los seres humanos. De esta manera el espectador se ve confrontado con la cuestión de cuál de estas dos visiones del mundo (o cuál de estas economías sociopolíticas) quiere identificar con la “libertad”, “el futuro”, la “flexibilidad” y, en particular, con el “acceso a la tecnología”. El vídeo concluye con la cita “porque tú lo vales” que, en el contexto de TTTP, sugiere que el propio espectador vale más que el dinero que paga por la tecnología de consumo.